Tren de lejanías

tren-de-lejanias-9788496632790Aseguraba Carmen de Burgos que había “que vivir en el paisaje interior de nuestras almas”. Esta sentencia es toda una propuesta de intenciones de Tren de lejanías (Arcopress, 2012) de Mar de los Ríos, una escritora almeriense que ha conseguido ganarse la admiración de los lectores con esta obra.

Tren de lejanías es la historia de Ena, una joven almeriense que se enamora de un guapo y alto alemán, que le dobla la edad. Se trata de  Bing Bayern, un periodista que recala en Almería en 1905 con motivo de la visita del Káiser Guillermo II a Tánger. En esa pequeña “isla de la Polinesia” conocerá a Elena con quien se casará y donde vivirá varios años en los que ejerce como corresponsal de la Guerra del Rif. Sin embargo, un Domingo de Resurrección de 1912, de manera precipitada y sin dar demasiadas explicaciones, Bing se ve obligado a regresar a su país. Desde entonces, Ena solo ha recibido un exiguo puñado de cuartillas de papel de seda. Pasan dos años, Bing continúa en Múnich y ella sigue sin conocer realmente qué es eso tan importante que lo mantiene apartado de su familia. Así que decide emprender un viaje desde Almería. Cruzará una Europa de preguerra, portando un gran equipaje en el que incluirá tres de sus lecturas favoritas: Madame Bovary, Alicia en el país de las maravillas y La Regenta.

Ena es intrépida porque saca el coraje necesario para ir en busca de su esposo, en contra de lo que opinan el resto de mujeres conservadoras de su familia que la instan a quedarse encasa, lugar que corresponde a una madre. No obstante, su destino será dar con él para traerlo de nuevo a casa, junto a su familia. Su periplo simbolizará la mujer que renace tras una experiencia negativa. Conocerá a personas singulares que, en algunos casos la ayudarán y, en otros, pondrán todas las trabas para evitar que dé con el paradero de su marido. Este extenuante viaje le permitirá a Ena darse cuenta de que carga con demasiadas cosas superfluas que lo único que hacen es ralentizar su paso firme. Por el camino se irá despojando de prendas que simbolizan la atadura a una sociedad machista y encorsetada que nada tienen que ver con su verdadera esencia.

Lo que salta a la vista de la construcción de esta novela es su efectista estructura. Los capítulos breves y dinámicos –titulados con el nombre de cada una de las capitales donde recala−, cumplen perfectamente la función de guiar al lector a través del recorrido de la protagonista desde que parte de Almería hasta que encuentra a su marido. Otro aspecto a reseñar es la presentación de la historia enmarcándola en un determinado periodo histórico y que inevitablemente nos recuerda al género de “novelas taller” que tanto éxito está cosechando con firmas como las de María Dueñas o Luz Gabás. Se trata de historias localizadas en un período romántico y alejado del actual. Colonias africanas o Europa de entreguerras, da lo mismo; el tiempo es solo una excusa para narrar una historia de amor y demostrar que el mundo, a pesar del progreso, se reparte siempre con escuadra y cartabón. Y ahí está la observadora Ena, trasunto de Madame Bovary, para mostrarnos ese mundo que a su vez simboliza su vida interior en la que se atisban vertiginosos cambios que anuncian el importante protagonismo que en este siglo tendrán las mujeres.

Este es el mundo del que me hablaba Bing, el mundo al que yo quiero pertenecer y el que quiero dejar a mis hijos.

Sin duda, el lector encontrará muchas razones para quedarse con esta historia. Una de ellas y puede que la más atractiva esté motivada por su personaje protagonista. Elena gustará a las lectoras porque encarna el prototipo de mujer rebelde y aventurera que reconoce que su educación es un lastre para emprender la vida que desea. La historia de Ena es un homenaje a muchas mujeres de distintas épocas que se han enamorado perdidamente y que con el tiempo descubren que no es oro todo lo que reluce. Otra, sin duda, es la gran recreación de escenarios de una Europa prebélica, gracias a los datos históricos y las bellas recreaciones. El lector se percatará de que Mar de los Ríos no tiene reparos en mostrar su predilección por la arquitectura, por el Modernismo y por el progreso que trajeron aparejados un periodo histórico trascendental en la Historia universal. Es tal la pasión de la autora, que llega a poner en boca de Ena un vocabulario y un conocimiento tan exhaustivo de los escenarios que visita, que en algunos momentos parece inverosímil pues más bien son propios de un verdadero arquitecto. Sin embargo, lo hace a través de la enamorada e ingenua mirada de una mujer que descubre un mundo que cambia aceleradamente y que la invita –al igual que al lector− a subirse a ese tren que marcará su vida para siempre.

Sara Roma,

literariacomunicacion@yahoo.es

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